lunes, 15 de febrero de 2010

Catarsis sobre colchón de finas hierbas

Por Desiderata


A veces las cosas no se dan como en tus fantasías. Y encima te encontrás de cerca con la muerte.
Así de bien la pasé en mi San Valentín, el segundo de mi monogamia.

Soy de las que piensan regalos y de las pocas que todavía regalan tarjetas de cartulina. O dedican los libros. O revelan sus propias fotos. Mi Valentín curiosamente cumple años el 14 de febrero y tenía una tanda de sorpresitas para agasajarlo.

El viernes 12 lo encuentro sacandole tornillitos a su computadora (sigo sin entender lo fascinante en ello, quizás que no lo entienda lo haga fascinante) y hablando con un amigo. Luego de la  tercera guerra mundial que vivimos durante la semana  (invasión de Polonia incluida) esperaba el más salvaje sexo de reconciliación. No me molestó particularmente, puse TN y empecé a estudiar en la cocina.
Veo a la madre llegar, apesumbrada. Escuchando conversaciones ajenas me entero que la abuela está internada. El éter deja de ser tal, pasa a ser una masa amorfa y pesada, creando esas atmósferas que se cortan con un tramontina.
A la mañana siguiente el desenlace es el mas triste. Por lo repentino e inesperado. Porque escuchar por la bocina del celular un "Se murió la abuela" estando en bolas y golpeada por el sueño de las 9 AM de un sábado, te knoquea. Ver a tu Valentín llorar y llorar, tan vulnerable y desnudo como vos te parte al medio. Y yo que nunca viví una pérdida tan dolorosa me siento inútil e idiota. No se lo que se siente, lloré por igual a Sandro y a mi abuela. No se si soy una mala persona o en ese sentido Dios me la hizo fácil. Por primera vez no emito sonido y abrazo.
Y pasado el shock inicial volvemos a la rutina, al acánopasónada. Vuelvo a estudiar las maravillas de la teoría autoritaria de la prensa, para que luego caiga la familia entera y ahí sí, me sienta desubicada como chupete en el culo. La intimidad misma con sus alegrías y sus miserias, que en estos momentos yo era una espectadora. ¿O una más? ¿Tengo otra familia? ¿Voy camino a eso?
Lo que sigue es un álbum grandote y viejo con anécdotas  y un velatorio a cajón abierto. El primero de mi vida. Está de más decir que mi cara de susto era para la polaroid. Perdón, para retratar con la Kodak digital.
Hoy lunes me entero de que mi sobrino tuvo un accidente que por suerte no pasó a mayores. Pero que estuvo a ahí.

Y eso te hace pensar en que a mi no me quedan abuelos. Que a mi Valentín no le quedan abuelos. Que mis viejos ya son abuelos. Que mi hermana ya es madre.Que en los próximos años yo podría ser madre. Que mis viejos y mis tías no son mas hijos y son los que siguen. Y para que venimos y hacia donde vamos. Estás ahora, mañana no. Y que ya me va a tocar a mi decirle chau a alguien. Y pensarlo duele.

Esa cosa tan Sartre, de no entender nada de tu existencia ni su sentido per se me había agarrado a los dieciséis escuchando The Cure. Con veinte te asomás  a la ¿vida? y cagaste. Esto recién empieza.

2 comentarios:

  1. Oh. Todo mi optimismo de solterona conformista del post anterior se vio empequeñecido y apichonado por esto.

    ResponderEliminar
  2. Viste?
    Puedo volver a ser oscura a veces jaja

    ResponderEliminar