lunes, 27 de diciembre de 2010

la verdad de la milanesa

usted, señora: por qué chupa la pija??

martes, 14 de diciembre de 2010

what pass? qué pasa, mami?

que te dejó, que lo dejasate, que te volvió a dejar y lo mandaste a la recalcada concha de su hermana
que eran felices y estaban enamorados como nunca antes
que no podían mirar una película entera porque terminaban garchando en el sillón y se perdían el final de una de Woody Allen
pensas que tendrías que haber esperado, que estuviste demasiado accesible y que fuiste demasiado permisiva
que intentaron volver, y duró menos de una semana
o que intentaste mantenerlo oculto pero ya es un secreto a voces
lo amabas con todo tu corazón y ahora no tenés idea si lo seguís viendo por acostumbramiento o porque es como un amigarche con el cual tenés muchas cosas en común
que no tenés una relación con él, que no son más pareja, pero hablan todos los días
no son nada, pero te quedás a dormir con él abrazada toda la noche
no son nada, son nihilistas del amor, no se aman, pero lo querés y se nota, negra
qué vas a hacer???
seguís haciendote la superada, conchita alegre o ponés los ovarios en la mesa y le decís al pavote que se ponga las pilas??
pero hay que ponerse las pilas, negra?
dejá de pensar y no me rompas más las pelotaaaasss!!!

lunes, 13 de diciembre de 2010

El punto sin retorno...

por Delicatessen


... en el cual una apreta "send" con el pulgar derecho, y ya está. Las redes comunicacionales y la tecnología hacen lo propio, en cuestión de segundos. Apretar "send", como el dedo del poder que detona con un botoncito un arma de destrucción nuclear. Sólo apretar "send". El resto, ya no está en nuestro poder.

Es en esa media fracción de segundo posterior a cometer el atentado, en el cual nos preguntamos: ¿habré hecho bien? ¿no le resultaré pesada? ¿no será un mensaje muy expresivo, muy... explosivo?

Y es en los días posteriores, en los cuales no obtenemos respuesta alguna por ningún medio tecnológico o de los anticuados (señales de humo, mensaje con una paloma, message in a bottle), en los que nos repreguntamos: ¿habrá muerto todo? ¿habré hecho colapsar todo?.

Revisamos la señal de nuestro celular. Revisamos la casilla de mails. Pispeamos cada vez que podemos el buzón de entrada del teléfono. Llamamos a la empresa para consultar por posibles problemas técnicos. Suena el ringtone... era Movistar con una promoción del día.

Entonces, cual criminales que son conscientes de su matanza, la vocecita esquizofrénica y paranoica habla adentro de nuestra cabeza: "¿le habré dejado de gustar? ¿fue algo que dije, hice? Ya sé, se dio cuenta que no estoy en mi peso ideal... o por ahí, el mensaje de verdad era una bomba. Debí haberlo revisado 6 veces más antes de enviarlo... a lo mejor, debí haber cambiado esa palabra que sonaba tan fuerte por una que suene más casual... así no se sentía presionado. ¡Se borró, voló voló, porque pájaro que come vuela... siempre lo dijo mi abuela! Yo sabía... no podía durar mucho. Ya está, buscate otro. Es más, mañana aceptás la invitación de Mengano Vázquez, y listo, asunto terminado. No, no se terminó nada. Es un hijo de puta. Si, reverendo hijo de puta, me usó, me tiró. Me va a llamar cuando quiera garchar, nada más. Pero si eso es lo que quiero... garchar, nada más... ¿por qué me preocupa? Seguro se quedó sin crédito, no le anda la computadora... seguro también me eliminaste del facebook o del msn, ¿no, pedazo de sorete?"
Y así, interminables devaneos sin pies ni cabeza, sin la menor coherencia, disparatados y ridículos. La espera que nos desespera, nos hace conocer nuestra cara oculta, nuestra mente criminal e inconexa. Imaginamos posibles escenas y frases que probablemente le diríamos si nos lo volviéramos a encontrar, frases de película.
Volvemos a revisar, en el transcurso de los días, el último mensaje enviado... analizamos la sintaxis de esas palabras. Volvemos a preguntar si no nos habremos excedido. Sí, nos excedimos, por eso desapareció. No, no nos excedimos, es un hijo de puta que está jugando con nuestras emociones.
Otra vez, analizamos el planteo que vamos a hacerle si lo llegamos a ver de vuelta. Escogemos con precisión las palabras, el discurso, el objetivo. Analizamos sus posibles respuestas. Nos peleamos y nos reconciliamos en nuestras mentes. Armamos la estrategia de combate y contraataque. Elegimos la actitud a adoptar, nos preparamos para hacernos las indiferentes con elegancia, demostrarles nuestro poder femenino. Para hacerle creer descaradamente que no nos importa, que él es uno más del montón...

Es entonces cuando la ficción, la película, la Guerra Fría en nuestra cabeza desaparece... y aparece él, la realidad: Mr Sanguango. Nos sonríe encantadoramente, nos dice una frase muy dulce. Nos limitamos a reir como estúpidas, a secarnos la baba, y perdonar las peleas que sólo existieron en la imaginación.

viernes, 3 de diciembre de 2010

...

por Delicatessen


Hoy lo vi venir... y literalmente, crucé de vereda.